21 de julio de 2015

Pequeña Ave y las Historias de Ave Viajera

Cuento Infantil de Gissi Rodríguez

Dedicado a los niños latinoamericanos y a nuestros buenos amigos… los libros.

Niña Indígena Venezolana


Pequeña Ave despierta cada mañana, cuando los primeros rayos del sol se filtran entre las hojas de palma del techo de la choza en la que vive, en medio de la selva Amazónica. Todos los días de la semana la niña recorre 5 kilómetros a pie, acompañada de sus mascotas, cachorro Lobo Gris y Perico Verde, para llegar hasta la escuela donde Maestra Blanca les enseña a leer y escribir a los niños de la tribu.

Mientras camina hacia el pueblo, observa el vuelo de una guacamaya y se distrae observando los vivos y hermosos colores de su plumaje; también recuerda el poema que Ave Viajera, su anciana abuela, le recita cada mañana al despertar:

Pequeña Ave, vamos despierta,
los primeros rayos del sol ya calientan tus alas,
estás lista para volar.

Vuela alto, vuela lejos…
baila con las nubes en el viento.

Si la lluvia viene, recuerda acampar,
busca cobijo en las montañas y te ayudarán.
 

Cada tarde al regresar de la escuela, Pequeña Ave y su Abuela comen mañoco, una especie de pan hecho a base de yuca amarga. Luego se dirigen a la entrada de la choza en donde se acomodan en la hamaca amarrada en el tronco del árbol al que llaman "Gran Hermano de la Sombra", y entonces empieza la aventura…  Ave Viajera, relata a su nieta las historias que aprendió años atrás en sus viajes a la gran ciudad, cuando solía pasar muchas horas visitando la Gran Biblioteca. Pequeña Ave le pide a la anciana que le cuente más detalles sobre ese maravilloso paraíso de Libros.

–Abuela, ¿cuántos libros hay en la Biblioteca? –pregunta la pequeña.

–Ave Curiosa, ya te he dicho muchas veces que hay exactamente 1 millar de libros –responde la anciana, tosiendo.

–¿Y cómo lo sabes? –replica la niña.

–Porque los conté uno por uno mientras recorría lentamente sus pasillos. Sabes bien que durante mi juventud me encantaba pasar muchas horas allí, sólo para ver, aunque fuera de lejos, al gran “Guardián de los Libros” mientras hacía su trabajo de restauración –responde la abuela, con voz melancólica.

Pequeña Ave, asiente con la cabeza, mientras recuerda al Bibliotecario de la ciudad, que cada semana viene a visitarles con curiosos obsequios. En una ocasión, les llevó variados instrumentos musicales hechos con caparazón de morrocoy y unas cuantas flautas de bambú. Pequeña Ave aún los conserva para usarlos en las manifestaciones folclóricas anuales de su tribu que son muy ricas en danzas y cantos nativos.

–¿De qué tratan esos libros? –pregunta Pequeña Ave con ilusión.

–Hay de todo tipo, de historias, fábulas, leyendas y fantasías. De esos donde uno aprende a hacer cosas y también otros con muchos dibujos –explica Ave Viajera a la niña.

–¿Qué me contarás hoy? –pregunta la niña.

–Hoy te contaré cómo fue que ese millar de libros con su magia, hicieron que el Gran Guardián y la Maestra Blanca se enamoraran, se casaran y decidieran construir la escuela a la que vas todos los días –indica Ave Viajera.

Pequeña Ave se emociona y se prepara para escuchar la historia de cómo se fundó la escuela del pueblo y se acurruca muy cerca de la anciana para no perderse ningún detalle de la narración.


Autora: Gissi Rodríguez. Todos los derechos reservados.

Gracias por leer.

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4/ 5
Oleh

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2 comentarios

Tulis comentarios
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15 septiembre, 2015

Muy bonito.
Me gustó mucho-

Un beso

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15 septiembre, 2015

Muchas gracias por leer este cuento... :)

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