El
despertar de la princesa
Esa mañana, Yoon Hee recitaba una y otra vez el "Libro de la mujer virtuosa", el tutor real la regañaba con frecuencia ya que cometía errores a cada instante.
Era obvio que tenía la cabeza en otra parte, no podía olvidar lo sucedido la tarde anterior. Por momentos, creía percibir el aroma de su amigo y sentía una suave brisa que le acariciaba el rostro susurrándole su nombre “In Sung”, entonces, sin querer, volteaba en todas direcciones para ver si el joven se encontraba en la habitación, aunque sabía que era imposible.
Al terminar sus lecciones, recordó el regalo
que le había traído y supuso que debía estar extraviado en algún lugar del
Pabellón Blanco. Se dirigió hacia allí a toda prisa, intrigada y esperanzada a
la vez. Al llegar, observó que efectivamente había un pequeño paquete,
parcialmente oculto, bajo la sombra del majestuoso árbol de cerezo. Se apresuró
a recogerlo y rompió la envoltura: contenía un bonito broche. Se lo colocó en
el cabello de inmediato, prometiéndose a sí misma que lo usaría por siempre.
Sintió inquietud ante la desaparición de
In Sung. “¿A dónde habrá ido sin despedirse?”, se preguntó.
De pronto, escuchó a dos oficiales
acercándose y se ocultó tras un portal. Desde allí observó que se dirigían al
pabellón Geunjeongjeon (7), la sala principal en la que se realizaban las
ceremonias, y en la cual los funcionarios rendían informes al rey.
–El palacio estará muy vacío sin la
presencia de In Sung –comentó uno de los
oficiales.
–Escuché que el rey le asignó una nueva
misión. Deberá atrapar a ese temerario espadachín que sigue causando terror entre
los nobles y comerciantes. Dicen que siempre viste de negro.
Yoon Hee se estremeció al escuchar sobre
un rebelde descrito exactamente igual al que había visto tantas veces en sus
pesadillas. ¿Quién es ese hombre que está poniendo de cabeza a Joseon? Intentó
alejar esa pregunta de su mente, y entonces comprendió que In Sung estaba en
grave peligro.
–Lo que no se sabe es... ¿qué van a hacer
con la princesa? ¿La dejarán que se entere de todo, o traerán otro
guardaespaldas que la mantenga alejada de todo este asunto? –dijo el otro
soldado.
Yoon Hee palideció de pronto, sin poder
creer las palabras que escuchaba. ¿Guardaespaldas? ¿In Sung era un
guardaespaldas contratado por su padre? “¡Es absurdo!”, pensó. “¡Me habría dado
cuenta!”
Poco a poco se sintió defraudada y
engañada, pero una voz interna le gritaba que aquel beso bajo el cerezo no
había sido un engaño y que el amor que In Sung le había mostrado era verdadero.
Yoon Hee tomó la determinación de averiguar la verdad.
Regresó sigilosamente a su habitación.
Pensó que la habían mantenido aislada de
la realidad durante mucho tiempo y que era el momento de ser valiente, después
de todo, era la futura reina de Joseon y quería ayudar a In Sung a capturar a
ese misterioso hombre de negro.
Durante el resto del día elaboró un
detallado plan para escapar del palacio. El dinero no sería problema, ya que
podía vender algunos de los numerosos objetos de valor que poseía, y además, le
sería muy fácil pasar inadvertida gracias a su habilidad para disfrazarse y
ocultarse.
Esa noche, se dirigió al Changdeokgung,
“Palacio del Este”, lugar en el que se encontraba la antigua biblioteca en la
que solían guardar los documentos oficiales. Debía encontrar algunos mapas para
salir de Hanyang. Debido a que tenía prohibida la entrada, se disfrazó como
dama de la corte y se escabulló entre los solitarios y oscuros pasillos que
conducían al archivo. Al entrar, se maravilló ante la majestuosidad del lugar,
miles y miles de pergaminos ordenados en diversos estantes, un laberinto de tinta
y papel que parecía que nadie hubiera tocado en años. Yoon Hee, sacudiendo el
polvo aquí y allá, encontró lo que buscaba: los mapas del reino dibujados sobre
tela. “Es asombroso”, pensó.
Cuando se disponía a salir, tropezó con
un ligero desnivel y cayó al suelo. Allí, debajo de uno de los estantes, vio un
extraño sobre de seda roja. Intrigada, estiró su mano para alcanzarlo. Luego se
sentó en el piso para inspeccionarlo con detenimiento. Al abrirlo, encontró un
pergamino cerrado con el sello de la familia real. Lo desenrolló con cuidado
dejando al descubierto el contenido: una carta escrita por un monje.
En la misiva, escrita en Hangul (8), se
narraba los últimos instantes de vida del príncipe Dae Hyun, heredero al trono
y hermano mayor del ahora rey Seo Jin. En la carta se revelaba el más oscuro
secreto del reino... el príncipe Dae Hyun, no había muerto a causa de una
extraña enfermedad, como aseguraban hasta entonces, sino que en realidad había
sido asesinado luego de un fallido intento de invasión por parte del imperio
Qing (9).
Durante la revuelta, el príncipe había
dado muerte al hijo del emperador Qing. Éste último, en venganza, contrató un
asesino japonés para matar a Dae Hyun. El único testigo de esa trágica noche
fue el monje, que se encontraba en el palacio celebrando algunos rituales.
Cuando el religioso se retiraba del
palacio, escuchó ruidos de lucha procedentes del interior, al volver sobre sus
pasos, encontró asesinados al príncipe, su esposa y su pequeño hijo recién
nacido, cuyo nombre era Lee Hwon. El monje salió a toda prisa con el propósito
de encontrar al asesino, y logró interceptarlo en las afueras de la capital. Al
desarmarlo, descubrió que la espada con la que había dado muerte al príncipe,
llevaba grabado el sello imperial Qing”. El ninja logró escapar, perdiéndose en
la oscuridad de la noche.
El monje regresó a toda velocidad y una
vez en la habitación del príncipe Dae Hyun, se llevó una gran sorpresa al
escuchar el llanto de un niño: era que el pequeño Lee Hwon seguía con vida a
pesar de las heridas.
Intuyendo que el niño corría grave
peligro, decidió llevárselo en secreto para curarlo y protegerlo. Tenía
conocimiento de las reuniones secretas de algunos magistrados, en las cuales se
tramaba la desaparición del heredero y su descendiente, con la finalidad de
llevar al poder al príncipe Seo Jin, quien contaba con el apoyo del emperador
Qing.
El monje, en una acción temeraria,
incendió la habitación del príncipe para que nadie se enterara que el niño
había sobrevivido, y además robó el sello real y escribió con sangre en la
pared: “El joven que porte la espada de Qing, tendrá derecho a reclamar el
trono”
Yoon Hee tenía frente a sus ojos la
historia de aquella tenebrosa espada con la que había soñado tantas veces. El
símbolo que tenía esculpido, era un carácter mandarín que representaba al
emperador Qing.
Rompió a llorar al enterarse de la
trágica muerte de sus tíos y la desaparición de su primo, el príncipe Lee Hwon.
De ahora en adelante, no sólo debía ayudar a su amado In Sung, también tendría
que encontrar al legítimo heredero y ayudarlo a recuperar el trono que le
pertenecía.
(7) Dentro del palacio principal
Gyeongbokgung se encuentran los pabellones: Geunjeongjeon, Gyotaejeon,
Gyeonghoeru, Jagyeongjeon y Hyangwonjeong.
(8) Hangul: escritura alfabética coreana
creada durante la era Joseon.
(9) Dinastía Qing: también conocida como
Ching o Manchú, fue la última de las dinastías imperiales chinas. Tuvo su
capital en Pekín.
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GISSI RODRÍGUEZ, Copyright 2013
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La Flecha de Joseon, Capítulo 3
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